¿Te has preguntado alguna vez por qué, ante un nuevo reto, la
respuesta inicial suele ser que no eres capaz de hacerlo?
Nuestro cerebro, nuestro entorno, se aferra a la rutina que
tenemos establecida. No le gusta el cambio. ¿Quieres aprender a pintar? No eres
capaz. No sabes. No puedes. ¿Quieres salir a correr? No puedes. Te asfixiarás.
Te lesionarás.
Esto suele suceder con cualquier nueva actividad que te plantees. Tu cerebro y los cerebros de los que te rodean te dirán que no estás preparado. Y lo que es peor, comenzará(n) a soltar una retahíla de excusas como que eres demasiado viejo, o no tienes dinero para afrontarlo, o tu creatividad no es lo suficientemente grande… Y así hasta el infinito.
En esos casos, haz oídos sordos. La pregunta que te debes hacer es ¿y por qué no? Hazlo.
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