Cualquier
actividad que realicemos no puede volverse demasiado idealista. Por
ejemplo, cuando un artista se vuelve
demasiado idealista, acaba por suicidarse, porque entre su ideal y su verdadera
habilidad hay un gran salto, y como no hay puente lo suficientemente largo para
salvar ese vacío, comenzará a desesperarse. Es un ejemplo bastante radical,
pero es el camino espiritual común. Nunca se debe ser tan idealista. Ni excesivamente
perfeccionista.
No es el
resultado. Es el camino. Es cada zancada y cada respiración. Y la práctica
propiamente dicha consiste en repetir una y otra vez hasta descubrir la manera
de convertirse en correr. En nuestro sistema, no hay nada secreto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario