viernes, 11 de abril de 2014

Espacio sin pensamientos

La liberación de pensamientos mundanos, de atracción por las trampas sociales o el alzamiento del ego propio, ese es el lugar donde comienza cada día.

El cocinero permanece en la cocina cocinando, y cada persona permanece en su puesto realizando lo que le toca de la mejor forma posible. Sé totalmente tú mismo. En cualquier lugar y situación has de tener los pies en el suelo firme, sin desperdiciar ni un solo instante de tu vida.

Si las hojas de los pensamientos caen y el viento se lleva las flores de la ilusión, ya no que da nada tras lo que correr o perseguir. Ya no queda espacio para el "si tengo una televisión mayor, me sentiré mejor".  Ese incesante ir y venir de pensamientos no es algo que podamos controlar y dirigir. Esta marea se produce al margen de tu voluntad. No anhelamos nada. Como la respiración, que se realiza de forma inconsciente. Funciona por sí misma, de modo que al igual que en este caso, no hay nada que nos impida vivir libres de pensamientos. Dejándolos ir, como las hojas que caen.



miércoles, 9 de abril de 2014

Huir del éxito

"Quiero probar esto del Zen a ver si me convierto en una persona auténtica".

Vaya concepto equivocado. El Zen es lo más aburrido que existe. No busques convertirte en un maestro Yoda. No busques objetivo. El Zen no es más que la vida diaria, vivida conscientemente. Ese ideal de mejorar uno mismo, ascender unos peldaños en la escala social. Esas son técnicas mundanas de autoayuda con las que una persona no entiende la idea correcta. Esperamos inspiración, pero la inspiración no es Zen.

No se trata de conseguir algo, no te debe interesar la pompa, el ruido. La admiración que despiertes por ello no tiene ningún valor. De hecho, tu práctica ha de ser discreta, casi secreta. No puede existir la admiración. No hay espacio para el ego.



domingo, 6 de abril de 2014

Perderlo todo

Una de las situaciones más repetidas en nuestra sociedad actual es la de quejarse. Nos quejamos de que a otros les va mejor, tienen mejores trabajos, mejores sueldos, más posesiones. Hemos de entender un concepto: un rico empresario ha de vivir su vida como empresario, y si tu empleo actual fuese el de vigilante, tu misión es vivir la vida como vigilante.

No  hay dos lados opuestos, enfrentados. Nadie con quien competir. Si te apoyas solo en los engaños de la mente, estarás siempre compitiendo con el resto de la gente.

Si tomas conciencia del carácter efímero de las cosas entenderás que no hay nada mejor que sacrificarte por los demás. Mucho mejor que vivir para ti mismo. Quien realiza este espíritu de sacrificio entiende el carácter fugaz de las cosas. Y quien dedica su vida a satisfacer al resto experimenta un efecto rebote. Los demás se preocupan igualmente por él.

“Muevas hacia donde muevas el agua en la piscina, enseguida volverá a nivelarse. Si tratas de acercar el agua hacia ti, se escurrirá de tu lado. Si por el contrario la empujas hacia los demás, volverá a ti.”
Kodo Sawaki.




jueves, 3 de abril de 2014

Tiro al blanco

Cuenta una vieja historia Zen que un joven y presumido campeón, después de haber conseguido ganar varios torneos de tiro al blanco, desafió a un maestro que tenía fama por su habilidad en el manejo del tiro con arco.

El jovén campeón demostró gran habilidad y técnica cuando su disparo impactó en el centro de una diana situada a cientos de metros de distancia en su primer intento. No contento con eso, en su segundo lanzamiento partió la primera flecha, dando también en el blanco.

"Ahí lo tienes", le dijo al maestro Zen. "Supéralo"

Imperturbable, el maestro no sacó su arco para realizar el lanzamiento, sino que le hizo un gesto para que lo acompañara a la montaña. El joven le siguió con curiosidad, extrañado por las intenciones del anciano.

Llegaron a un profundo abismo atravesado por un tronco que parecía bastante débil e inestable. Allí el maestro caminó tranquilamente hasta el centro del árbol caído, escogió un lejano árbol como blanco, sacó su arco y realizó un lanzamiento limpio y acertado.

"Ahora te toca a ti", le espetó el maestro al joven, quien miraba con terror al abismo sin fondo. No pudo realizar el lanzamiento.

"Tienes mucha habilidad con el arco", le dijo el maestro, "pero poca habilidad con la mente, que te deja aflojar el tiro".



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